
La semana pasada hablamos de la fantástica ‘’Largo viaje hacia la noche’’ de O’Neill. La obra de hoy, ‘’El zoo de cristal’’ guarda ciertos paralelismos con ella. Además de pertenecer a la misma época, y a la misma corriente teatral (podría decirse realismo contemporáneo), ambas obras hablan de familias en crisis, familias desestructuradas. Aunque cabe destacar que ‘’El zoo de cristal’’ tiene un sabor mucho más dulce que el ‘’Largo viaje’’ de O’Neill. Incluso el final de la obra (que por supuesto, no vamos a desvelar) es mucho más positivo y menos amargo que el de la obra de la semana anterior.
La obra se estrenó con gran éxito en 1944 en Chicago y luego en Nueva York en 1945. Fue llevada al cine en 1950 por Irving Rapper con Gertrude Lawrence, Jane Wyman y Kirk Douglas y en 1987 por Paul Newman con Joanne Woodward, John Malkovich, Karen Allen, y James Naughton. En 1973 una adaptación televisiva fue protagonizada por Katharine Hepburn y Sam Waterston. Y sobre las tablas, actrices de la talla de Jessica Lange, Jessica Tandy o Calista Flockhart han dado vida a este ‘zoo’ en Estados Unidos, mientras que en España la obra ha sido protagonizada por Cristina Rota y Luis Tosar entre otros.
Tennessee Williams (al igual que O’Neill) se basa en su dolorosa experiencia familiar a la hora de contarnos este magnífico drama. Estamos pues ante una obra autobiográfica.
‘’El zoo de Cristal’’ nos cuenta la historia de los Wingfield, una familia sureña humilde compuesta por Amanda, la madre, Tom, el hijo mayor y Laura, la hija pequeña. La familia quedó marcada por el abandono del padre, quién les dejó para ‘’conocer mundo’’. Ahora es Tom quién mantiene a la familia, trabajando en una zapatería- Aborrece ese empleo-. El mayor de los temores de Amanda es que Tom siga el ejemplo de su padre y las abandone… Precisamente Tom se debate entre el mantener a su madre y a su hermana o seguir sus propios sueños y descubrir otros lugares. Tom se siente atrapado en la rutina y agobiado por su madre. Amanda es una mujer vitalista y optimista, coqueta, presumida, que se niega a aceptar su edad y que quiere mostrar ante los demás una imagen perfecta.
Su objetivo es encontrar un novio a su hija pequeña, Laura. Laura es una joven con una pequeña minusvalía (padece una especie de cojera), lo cual le ha hecho encerrarse en sí misma y tener un carácter extremadamente tímido. A lo único a lo que se dedica Laura es a cuidar sus figuritas del zoo de cristal. El punto de inflexión de la obra lo pone Jim, un joven irlandés que trabaja con Tom, y que Amanda invita a cenar con la intención de emparejar con Laura. Lo que ni Tom ni Amanda saben es que Laura ya conocía a Jim de los tiempos del instituto, y que estaba secretamente enamorada de él…
Como veis unos personajes deliciosos… Débiles, cobardes, frágiles, fracasados, pero ante todo: humanos, entrañables y totalmente reconocibles.
Todos hemos sentido alguna vez el miedo y la timidez de Laura, el agobio de Tom e incluso los sueños de Amanda.
Una obra bellísima que nos habla de la imposibilidad de lograr los sueños, de lo difícil de mantener la armonía familiar, del ahogo de la monotonía, de la frágilidad de los seres humanos…
Una obra imprescindible en vuestra biblioteca. Una historia melancólica, nostálgica… Inolvidable…Y aunque he prometido no desvelaros el final, vamos a quedarnos con las últimas palabras de Tom, las cuales cierran el libro. En ellas se despide de su hermana… Hasta aquí puedo leer.
TOM (Monólogo Final): “Yo no fui a la luna. Fui mucho más lejos. Porque el tiempo es la distancia más larga entre dos lugares…Me marché de Saint Louis. Bajé por última vez esos peldaños de la escalera de emergencia y seguí, desde entonces, los pasos de mi padre, tratando de hallar en el movimiento lo perdido en el espacio…Viajé mucho por todas partes. Las ciudades pasaban rápidamente ante mí como hojas secas, de brillantes colores pero arrancadas de la rama. Me habría detenido, pero algo me perseguía. Aquello acudía siempre de improviso tomándome de sorpresa. Quizá fuese un pasaje musical familiar. Quizá solo un fragmento de transparente cristal…Quizá me esté paseando por una calle de noche, en alguna ciudad extraña, antes de haber encontrado compañeros y pase junto a la ventana iluminada de una perfumería. La ventana está llena de piezas de cristal de color, de frasquitos transparentes de delicados tonos, que parecen fragmentos de un arco iris roto. Entonces, repentinamente, mi hermana me toca el hombro. Me vuelvo y miro sus ojos… ¡Oh Laura,Laura!… ¡Traté de dejarte atrás, pero soy más fiel de lo que pensaba ser! Tiendo la mano hacia un cigarrillo, cruzo la calle, entro corriendo en un cine o un bar. Pido una copa, hablo con el desconocido más próximo-¡cualquier cosa capaz de apagar tus velas!-¡porque hoy el mundo está iluminado por el relámpago! Apaga de un soplo tus velas, Laura. Y ahí termina mi memoria y comienza vuestra imaginación.¡De modo que Adiós!…”
Y hasta aquí la interpretación en vaqueros de hoy. Nos despedimos con un tema muy sensual, de la racial Neneh Cherry. Dejaros seducir por su tema ‘’Move with me’’. Hasta la semana que viene! Nos vemos en el teatro!!

’Largo viaje hacia la noche’’ es sin duda la obra más autobiográfica y personal de O’Neill. La obra fue escrita en 1941, pero no fue publicada hasta 1956, tres años después de su muerte. A pesar de que sus instrucciones escritas estipulaban que sus obras no debían publicarse hasta 25 años después de su muerte, su última y tercera mujer, Carlotta Monterey, ordenó que se publicase esta obra antes, ya que la consideraba su obra maestra definitiva. Al año siguiente de su publicación, la obra se alzó con el Pulitzer, en 1957, premio póstumo para O’Neill.
La obra nos sitúa en una mañana de verano de 1912 en la casa de la familia Tyrone, compuesta por James y Mary, los padres, Jamie, el hijo mayor y Edmund, el hijo menor.
Los Tyrone (léase en verdad los O’Neill) acaban, a su pesar, siendo incapaces de mantener el ritmo familiar durante un solo día de verano. El pasado atormenta, el presente se desmorona, y el futuro es imposible. Se quieren y se odian, se apoyan y se desprecian, se unen y se separan. La familia se desnuda, se exhibe y se desmorona en un espacio asfixiante.
A pesar de que todo parece tranquilidad en la casa, las cosas no son así en realidad. Mary acaba de volver de un centro de rehabilitación, donde en teoría ha superado su adicción a la morfina, y su marido James trata por todos los medios de que no vuelva a recaer. Para ello, le oculta la enfermedad de su hijo menor, Edmund, quién padece tuberculosis. Jamie lo sabe, y reprocha a su padre el que la enfermedad podía haber sido detectada antes si no hubiese sido tan tacaño y hubiese llevado a Edmund a médicos especializados. Por otra parte, Jamie se refugia en el alcohol y las mujeres para olvidar sus problemas. Su padre piensa que es un fracasado (esperaba que fuese un gran actor como él) y está harto de no encontrar la solución a los problemas que hay en la casa.
Una madre atrapada por una adicción, un hermano enfermo, un padre que se refugia en el pasado y un hijo que bebe para olvidar… Un hogar insostenible, roto…
Una familia desestructurada. Rencores y heridas del pasado pueden más que lo mucho que se quieren. La llegada a la noche se hará muy dura.
Como veis, una obra demoledora. Es una obra triste, pero nunca nadie dijo que vivir en familia fuese fácil. O’Neill tuvo la valentía de desnudarnos su corazón, de narrar la historia de su familia, de contar –por medio del teatro- que en todas las casas se cuecen habas…
Una obra maestra. Una historia sobrecogedora, pero con la que es fácil identificarse. No hace falta que tu casa sea un infierno para entender a los miembros de esta familia, en mayor o menor medida.
Para terminar, vamos a quedarnos con algunas de las citas más impactantes de la obra: